¿Quienes somos?

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El Núcleo de Resistencia Juvenil es una agrupación de jóvenes, que preocupados por la condición actual en la que vivimos, la situación por la que pasa nuestra clase y nuestra generación, decidimos conjuntarnos de manera independiente a los órganos del estado, a los partidos políticos oficiales, así como de algunas de las organizaciones sociales, ya que muchas de ellas sostienen antiguos vicios que históricamente ha reproducido la izquierda mexicana, generando que los jóvenes y la sociedad en su conjunto sean escépticos de lograr una transformación real a través de ellas. Por lo anterior, damos marcha a éste nuevo proyecto, que busca ir de la mano con los desposeídos en el terreno de la lucha de clases, impulsando el poder del pueblo; sabemos que de nuestra parte no es posible garantizar el triunfo, ya que éste vendrá únicamente del pueblo organizado, lo único que podemos garantizar es emprender una lucha honesta y combativa contra el orden burgués, construyendo una nueva herramienta organizativa, colaborando en la avanzada de los pueblos de México y el mundo,  levantando la voz popular.

Somos estudiantes y jóvenes hijos de trabajadores, sabemos que en el futuro seremos parte del sector productor, por ello, desde ahora hemos decidido organizarnos y luchar contra el sistema actual, pues sabemos que si el mundo sigue el mismo camino, y permitimos que la clase dominante continúe rigiendo nuestro destino, estará en riesgo nuestro planeta y con ello la existencia de la humanidad misma, por lo que la frase de la camarada Rosa Luxemburgo cobra más vigencia que nunca: «socialismo o barbarie», por lo que decimos: tenemos dos opciones ¡luchar o morir!
De tal manera que nos proponemos atizar la disidencia y el descontento popular, siendo participes de la necesaria organización para la inminente confrontación entre clases.

Estamos a favor de desarrollar todas las formas de lucha, respetando así, los procesos, autonomía y decisiones de cada sector, organización, territorio y sabiendo que las formas dependen principalmente de las condiciones de cada espacio en el que se desenvuelven. Estamos seguros de que si bien no existen fases superiores de lucha, todas pueden ser ejercidas en diferentes lugares, épocas, momentos, coyunturas, comunidades, barrios, escuelas; dependiendo el proceso, la necesidad, la realidad concreta y el objetivo propuesto, en tanto no representen un retroceso en la lucha popular y su independencia de clase. Por lo tanto nosotros no cuestionamos ninguna forma de lucha cuando se emplea de forma honesta y combativa, creemos que la experiencia de lucha de cada proceso deben complementarse y retroalimentarse unas con otras, asumiendo que deben ser todas aprovechadas y ejercidas por el pueblo de manera independiente y autogestiva, asumiendo su conciencia de clase, desarrollando así su praxis revolucionaria.

Disentimos con el planteamiento anquilosado de que exista una sola herramienta que garantice el triunfo histórico de la clase obrera, creemos que la historia nos ha dado grandes lecciones: no hay una forma única para la transformación de la sociedad, ni tampoco existen las fórmulas y recetas infalibles que nos lleven al triunfo de la clase trabajadora y la caída del capital. Creemos que esas concepciones nos han llevado a la derrota por muchos años, ya que se pensaba que el comunismo llegaría irremediablemente, por lo cual, se podrían cometer cualquier tipo de atrocidades «pues total el comunismo llegara (… y lo seguimos esperando)» lo cual consideramos como un error fatal y un retroceso al pensamiento materialista dialéctico.

Reivindicamos el socialismo, pero construido desde abajo, desde las bases y no desde una élite convertida en burocracia, que no acepta errores, ni críticas, ni ninguna diferencia, por lo tanto vemos necesario implementar y proponer una forma distinta de organizarnos, de transformar y de luchar, ya no sólo disputando el poder del estado, sino disputando todos los espacios donde nos encontramos cotidianamente (el barrio, la escuela, la fábrica, la mina, el campo, el transporte, la oficina y cualquier centro de trabajo) generando nuevos frentes de lucha y resistencia, para desde ahí comenzar, y atrevernos a construir los embriones de la nueva sociedad, reconociendo nuestros errores, aciertos, debilidades y fortalezas, comenzando así una práctica en la base de los hechos, y no de la teoría o de los eternos foros de autoconsumo y debates de café…

(continuará)